7.9.15

La cultura de Vara

Tenía uno curiosidad por ver cómo iba a afrontar el nuevo presidente de la Junta de Extremadura, señor Fernández Vara, la gestión de la cosa cultural tras los nefastos años monaguescos. Comenzaré afirmando que mis expectativas eran (y son) menos que modestas. Sí, tiempo al tiempo. Pero, ¿y de lo sucedido ya? Lo peor: que en lugar de una consejería ad hoc, Vara se llevase a Presidencia estos asuntos. Antes estaban unidos a Educación. Ahora ni eso. Mala señal, ya digo. 
Para gestionarlos ha nombrado a una Secretaria General y a un Director General de Bibliotecas, Museos y Patrimonio Cultural.
La primera, Miriam García Cabezas, de Villafranca de los Barros, donde fue concejala, es licenciada en Historia y graduada superior en Arqueología, además de secretaria regional de Cultura, Ciencia e Innovación en el PSOE de Extremadura y miembro del Grupo de Ideas y Programas de la Ejecutiva Regional socialista de Extremadura. Curiosa resulta esta coincidencia arqueológica en nuestras autoridades culturales. La anterior consejera, doctora en esa materia, procedía del mismo campo. 
El segundo, Francisco Pérez Urban, es de Castuera, donde fue también concejal. Licenciado en Filosofía y Letras, ha sido profesor y ha ocupado cargos directivos en una escuela taller, un centro de desarrollo rural, la red de observatorios territoriales de la Diputación de Badajoz y el proyecto Alba Plata. Y lo más importante: fue director general de Patrimonio Cultural en la etapa de Francisco Muñoz, cuando uno lo conoció, por eso puedo añadir que se trata de un hombre de buen talante, cercano y trabajador.  
La inexperiencia de García Cabezas, que uno ve más perdida que un pulpo en un garaje, se suple con el conocimiento de Pérez Urban, algo que me tranquiliza. 
Por lo demás, vaguedades y más vaguedades. Al rollo simplista de la normalidad, al que Vara es tan proclive como Rajoy, se le une el de la utilidad y esa coletilla de que se está para facilitar la vida de la gente, algo que, cuando se trata de cultura, no sabe muy bien uno cómo enfocar. 
Las primeras declaraciones de los altos cargos, una y otro, al hilo de la filosofía oficial, no producen, precisamente, entusiasmo.
En cuanto a los actos, en lo referente a la cultura, destacaría de la nueva etapa dos: el gesto plausible de reconocer a la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Badajoz con la caprichosa Medalla de Extremadura y la celebración de los célebres Premios Ceres. Dudo mucho que, llegue o no la subvención privada, esos galardones no sigan en pie. El fiestorro es demasiado jugoso políticamente hablando.
Ah, la Editora Regional sigue a la deriva, digamos; sin dirección, quiero decir. Es más, tengo entendido que esa plaza administrativa -la de director o directora de la institución- fue amortizada por el PP, que sólo mantuvo la de Coordinador del Plan de Fomento de la Lectura; de ahí que Rosa Lencero asumiera, en tiempos de Monago, ambas gestiones. Menos mal que el alma de la Editora, María José Hernández, sigue allí, donde quiera que eso quede. Veremos.