23.12.16

La poesía dinámica de Gallego

Cantó un pájaro. Antología esencial, de Vicente Gallego, publicada por la editorial mexicana Fondo de Cultura Económica, agrupa un buen número de poemas seleccionados por Antonio Moreno. En la cubierta, una bonita ilustración de José Saborit.
Pertenecen a sus libros fundamentales, esto es, desde Santa deriva (Premio Loewe, 2002) a Ser el canto (2016), pasando por Cantar de ciego, Si temierais morirMundo dentro del claroCuaderno de brotes y Saber de grillos, además de un puñado de inéditos. A decir verdad, este florilegio, el más amplio y riguroso de cuantos se han hecho de la poesía de Gallego, es en buena medida novedoso, pues que no pocos poemas han sido reescritos y, en consecuencia, son nuevos. Lo explica muy bien, como todo lo demás, Moreno en su excepcional prólogo. Por su perspicacia e inteligencia, sí, y por su condición de poeta afín al espíritu de la poesía que analiza, pero también por el simple hecho, cabe añadir, de que es para el autor "mi lector de cabecera", una persona cercana a la que el sentido de la amistad no nubla el del entendimiento. Ni su criterio.
En el citado prólogo se nos dan, ya digo, muchas pistas sobre esta obra en marcha, "referencia ineludible en el panorama de la poesía española de los últimos treinta años". Una obra intensa, radical y dinámica, sí, por su "afán de depuración", de "disolución del individuo, esfumado, sumido en el canto". Gallego es un poeta "centrífugo" y esta antología es esencial "para trazar una cartografía cabal de la misma".
Moreno expone, además, que hay dos obras poéticas de Gallego: la actualizada y presente y la "prescrita, excluida, pretérita". Aquí se da cuenta de la "poesía vigente del autor".
El editor literario cuenta, a través de cierta vicisitudes vitales, cómo el poeta ha llegado a ser quien ahora es. La amistad, un concepto central de su poética y de su vida, explica en buena medida esos cambios. Sus encuentros decisivos, quiero decir, con Carlos Marzal, Francisco Brines, Miguel Ángel Velasco, César Simón y, aunque él no se incluya, el propio Antonio Moreno.
Se explica la evolución que va desde la "poesía de la experiencia", de la que fue un conspicuo representante, hasta la poesía desnuda, llena de fuerza y verdadera que viene escribiendo desde hace mucho tiempo en medio de un "estallido creativo" que sorprende a propios y extraños y en el que conviene incluir la profunda revisión a la que ha sometido lo ya escrito. "Labor de depuración, de poda y exclusiones" que ha sido "ardua e impetuosa", según Moreno. Que se ha llevado por delante libros enteros, como el primero: La luz de otra manera, Los ojos del extraño (Premio Loewe Joven en 1990) y La plata de los días. Ya lo dijo Juan Ramón, que identificó la poesía con "el arte de quitar lo que sobra".
Azorín, un paisano de ambos, distinguía entre novedad y originalidad. Los originales son escritores "todos sencillos, claros", "porque sienten mucho". Recuerda a Machado: "Los novedosos apedrean a los originales". Así se comprende mejor este viaje de "la novedad a la originalidad" realizado por Gallego, que tiene en Lorca, el citado JRJ y Claudio Rodríguez algunos de sus pilares fundamentales. El segundo definió a la poesía como "estado de gracia", algo aplicable a la lírica de la que venimos hablando. "La obra no se busca, la obra se recibe". Y para eso es necesario estar atento, en disposición de recibirla, un estado del alma que conoce bien este hombre apartado en una simbólica cabaña del áspero bosque mediterráneo, tierra adentro. Un ser contemplativo que, como los que son así, establece en la paradoja una suerte de "abrazo". Que tiene por encima de todas la palabra "gratitud" y por lema, afirma Moreno, el del verso de Eliot en "East Coker": "en mi principio está mi fin".
“Vas a encontrar, lector -concluye el prologuista-, una poesía verdadera, señalada de principio a fin por la emoción y por una intensidad que mal se aviene con las ambigüedades especulativas ni con las medias tintas”.
En el breve epílogo que cierra el volumen a modo de "cordial despedida", Gallego habla de su "vocación de amor" y dice: "En mitad de mi primera juventud, cantó un pájaro. Escuché claro su trino y ya no pude volver a dormirme en mi inconsciencia." En esas seguimos.