El periodista y poeta César Iglesias le comenta al escritor y fiscal Avelino Fierro en una estupenda entrevista que publica El Cuaderno: «Pero esos poetas superventas, los Marwan o Defred, son los que acercan la lectura a los desletrados. Harry Potter, añade Fernando Savater, ha hecho mucho bien». Y Fierro le responde: «Vamos por partes. Que el fenómeno de los grupos de fans, como el que vivimos en los años ochenta con Los Pecos, se traslade al mundo literario no es malo si eso significa que los chavales se acercan a la poesía o a la literatura. Por algún sitio hay que empezar. Otra cosa es que se queden ahí. Es un mal menor, pero no tiene por qué ser un mal necesario. Y ese es el problema. Vemos cómo está la educación, cómo en los nuevos planes de estudio se expulsa a las asignaturas de humanidades. Empezaron con el griego y el latín, ahora la filosofía, y después irán a por la lengua y la literatura, que ya están arrinconadas. Debería ser una obligación, por decreto ley, que en las escuelas se leyese a los autores canónicos. Decía Joseph Brodsky que la democracia en esto de la literatura se confunde con la imbecilidad. Rechazo la democratización mal entendida de la cultura, porque las manifestaciones artísticas exigen rigor y esfuerzo, tanto al creador como al lector, oyente o espectador . Lo siento por los que dicen que da lo mismo leer a Cervantes que a Joanne K. Rowling, la madre de Harry Potter. Puedo parecer un fundamentalista, pero las letras tienen sus santones y hay que pasar por ellos».
Y en otro momento, tras preguntar Iglesias si es la provincia un género literario, el autor de Ciudad de sombra, Una habitación en Europa y La vida a medias responde: «Si se lo preguntas a alguien como yo, que dedica sus libros diciendo algo así como “estos escritos de provincia”, o “de este escritor provinciano”, estaré tentado a decirte que sí. Aunque ni la ciudad ni la provincia aparecen nunca nominalmente en mis escritos, una de las aspiraciones de todos los que escribimos es universalizar nuestro pequeño mundo, nuestros Macondos o Celamas. Por esta geografía nuestra se habla de literatura del Noroeste, de Poniente, y cosas así. No creo que sirva para mucho nombrar los lugares de tu biografía. En lo que escribo aparece más una ciudad que la “negra provincia”. Pero lo importante es crear un espacio simbólico, que sirva para trascender lo concreto o lo temporal. Y da igual que sea una ciudad, una región o una esquina de tu biblioteca o habitación».
De la poesía, entre otras cosas, comenta: «La poesía es una cosa demasiado seria para dejarla en manos de cualquiera. Ahí sí que se siente la “ansiedad de la influencia” de que habla Harold Bloom. Steiner tiene también hermosas y oscuras palabras sobre la intuición poética en un texto sobre Hölderlin. Y Gaya habló del “runruneo metafísico”. A mí me gusta lo que dice Álvaro García en un prólogo a Auden: “limpieza de mirada y conciencia del oficio”. Saber ver lo que importa y hacérnoslo memorable.
La poesía es algo perfectamente serio. Y hay, mariposeando alrededor de ella, mucho cantamañanas».