Le está costando a la Editora Regional de Extremadura volver a tomar la velocidad de crucero a que nos tuvo acostumbrados. Las razones son múltiples. Al menos, la dirección de la nave es firme, Fran Amaya tiene criterio y, por tanto, sabe hacia dónde navega. No es poco. Seis libros de su catálogo llegan a las librerías, los que se muestran en la fotografía tomada del muro de la placentina La Puerta de Tannhäuser en Facebook.
De dos de ellos, En el vuelo de la memoria, la antología de homenaje a Ángel Campos Pámpano coordinada por Suso Díaz y con prólogo de Miguel Ángel Lama, que conmemora el décimo aniversario de su muerte, y la edición bilingüe del último libro del poeta sanvicenteño, La semilla en la nieve / A semente na neve (el título en portugués no figura ni en la cubierta ni en la portada), traducido al portugués por Luis Leal y con prólogo de Nuno Júdice, ya dijimos algo aquí. Cabe añadir que la muestra es plural, sí, y la calidad de los versos más que notable, por más que uno, como suele ocurrir con estas cosas, entre los más de ochenta poetas que concurren, eche a algunos en falta y algún nombre le sobre. Lógico, ya digo. Vuelvo a resaltar, por su llamativa categoría, dos poemas de un par de autores que no pasan habitualmente por vates, si bien ambos publicaron poesía en su juventud. Me refiero al narrador Gonzalo Hidalgo Bayal y al historiador y gestor cultural José María Lama. Chapeau!
Del segundo libro, que para muchos lectores es el mejor de los que dio a la imprenta el autor de La ciudad blanca, señalaría que esa traducción es impecable y que a Ángel le habría encantado, sin duda, ver su obra traducida a la lengua que tanto amó. Eso sí, de haber vivido para verlo, hubiera tenido el de Évora al lado a un puntilloso asistente de traducción, lo que, por cierto, no creo que le hubiera importado. Ah, de las dos obras habrá presentación en Lisboa. Otra buena noticia.
Y ya que estamos a vueltas con el portugués, una línea central de la Editora, celebra uno la aparición de Los primeros poemas del Diário. Odas, de Miguel Torga, en versión de Amador Palacios, que también será presentado en la capital lusa. Que el médico coimbrense de São Martinho de Anta figure en el catálogo de esta casa es motivo, sí, de alegría. A uno le parece un nombre fundamental de las letras ibéricas, sobre todo por sus diarios. Lo que aquí se reúne es, precisamente, parte de esos dieciséis volúmenes (publicados parcialmente en España por Alfagüara hace unos años): los cuarenta y seis primeros poemas ("concebidos a modo de canciones") de los en torno a setecientos que el autor de La creación del mundo incluyó entre las páginas de esos diarios.
"La vida -escribió Torga- es para vivirla, no para hacer de ella literatura", que es casi lo mismo que dice Trapiello en la página 19 del último tomo de Diligencias, que ahora tengo entre manos.
Torga fue un poeta de la tierra, de su natal Trás os Montes "de mi alma": "Todo lo que he sido por ahí lejos solo ha servido para ahondarme más en mis raíces". Sus versos no mienten.
La colección El Pirata, que la Editora publica en colaboración con el Grupo de Investigación de Literatura Infantil y Juvenil de la Universidad de Extremadura para difundir la poesía extremeña de todas las épocas entre jóvenes lectores, ofrece dos nuevas entregas, esto es, dos nuevas antologías ilustradas. Según lo previsto, de un poeta, digamos, antiguo y otro moderno. En este caso, los elegidos son Luis Chamizo (Guareña, 1894-Madrid, 1945), el castúo de "La nacencia", e Irene Sánchez Carrón (Navaconcejo, 1967). Las ilustraciones son, en ambos casos, de Isabel Cuéllar Gordillo. Los volúmenes llevan por título, respectivamente, Antología y Poemas escogidos. Partidario de Galán, reconozco que nunca he digerido bien la poesía de Chamizo (a pesar de «Coherencia y unidad de la poética de Luis Chamizo» y «El tren y los castúos», los artículos que le dedicara mi admirado Juan Manuel Rozas). Con todo, se deja leer y, a ratos, hasta seduce ese decir de época, tan popular como anacrónico.
Los versos de Sánchez Carrón, tan adecuados para el público al que esta bonita colección está destinada, son otra cosa y de su honda poesía de línea clara sí me considero un rendido lector.
Lorca, en fin, no cesa. Como decía hace poco el profesor Soria Olmedo en la revista Mercurio (que, ay, se nos va), estamos ante una “presencia viva e inmediata”. Hace muy poco La Moderna publicaba la primera edición de Poeta en Nueva York "que sigue el original, añadiendo a las ediciones actuales los dos poemas que faltaban, y lo ilustra respondiendo a la última voluntad documentada del poeta". Con dibujos del autor y fotomontajes de Rocío Vicente. Porque, añade el editor, David Matías, "la intención de Lorca siempre fue ilustrar sus poemas. Con las fotografías y postales que se trajo de su viaje. Con dibujos de su puño y letra y fotomontajes". Pues bien, José Antonio Llera, autor de Lorca en Nueva York: una poética del grito (obra que uno reseñó brevemente junto a otra edición clásica del libro lorquiano, la canónica de Andrew A. Anderson que vio la luz en Galaxia Gutenberg), publica ahora en la Colección Estudio (que sigue fiel a su elegante diseño original) Donde meriendan muerte los borrachos. Lecturas de Poeta en Nueva York. Dividido en cuatro capítulos: "Amor color del olvido", "Intertextualidades: Schopenhauer y Fernando de los Ríos", "Lorca en Harlem" y "Formas del duelo", el libro se propone ofrecer estudios críticos "desde una óptica comparatista". Faltan, a pesar de la "muy copiosa" bibliografía en torno a esta famosa obra. "A mi juicio -añade Llera en su "Preliminar"- Poeta en Nueva York demanda, más que una crítica panorámica e impresionista que describa desde su atalaya los movimientos esenciales del objeto, un lector más vigilante, mucho más abierto en su perímetro de visión, en su metodología, y atento a los detalles, a los múltiples movimientos de un cuerpo metamórfico, transmisor de insomnios". Denuncia "ese error tan extendido que proclama -sin matices- el surrealismo de Lorca", y concluye: "quiero ahora examinar una serie de poemas con la intención no de hacer pie en ellos como el submarino que tocara fondo para iluminar un océano ignoto, sino con la voluntad de suscitar sentidos, ensayar brazadas, santiguarme en la corriente". Poemas como "Amantes asesinados por una perdiz", "Muerte", "Norma y paraíso de los negros", "El rey de Harlem", "Iglesia abandonada (Balada de la Gran Guerra)", los tres que conforman la sección II: "Los negros".
Si a todo esto añadimos que Llera, profesor de Literatura Española en la Universidad Autónoma de Madrid, es, además de excelente poeta, un estudioso de primera línea, la fiesta poética (sección filológica) está garantizada.
Si a todo esto añadimos que Llera, profesor de Literatura Española en la Universidad Autónoma de Madrid, es, además de excelente poeta, un estudioso de primera línea, la fiesta poética (sección filológica) está garantizada.