En esto de la crítica (que uno practica por amor al arte, por el mero hecho de ser un pesado lector incontinente que comenta en voz alta algunos de los libros que lee), hay cosas que no acabo de comprender. Corto que soy. Y mira que llevo años en el negocio. Y que atiendo a lo que dicen al respecto Ignacio Echevarría o García Martín, que de esto saben. En vano.
Por ejemplo (que me perdone GHB el vicio retórico, al que tan dado soy), me resulta del todo incomprensible que un puñado de colegas recomienden poemas de una autora a la que no teníamos noticia que hubieran prestado nunca atención y cuya poética se da de bruces con la suya. O, pongo por caso, que una editorial acreditada, en su intento por publicitar una novela que, ya se ve, no debió incluir en su prestigioso catálogo y menos aún premiar, ante la imposibilidad de reunir una serie de citas elogiosas sobre la misma, aparecidas en distintos medios informativos, lo usual en estos casos, porque nadie ha hablado bien de ella, escojan frases sueltas de unos cuantos (presuntos) lectores de variada edad y género y armen un ocurrente anuncio a toda página encabezado por esta frase tramposa: "Los lectores sois los que hacéis grande un libro". Y esto lo he visto, para más inri (al fin y al cabo era Semana Santa), en un suplemento de... crítica literaria. A esto se le llama intentar el descrédito de la crítica y no deja de ser una burla, mercado mediante. Sin llegar a tanto, gracioso me parece, cuando menos, que se tengan que encargar recensiones deprisa y corriendo pues el libro premiado por la crítica (un decir)... apenas si las había tenido hasta ese momento. Pero, en fin, esto es España y ya se ve que hay cosas que en este dichoso país no cambian.
Ah, del enfado de las "nuevas estrellas literarias", como las llama el muy entregado (a su causa) Ruiz Mantilla, hablamos si eso otro día. Del libro que ha motivado el cabreo (La lira de las musas, publicado en Páginas de Espuma por Martín Rodríguez-Gaona) debo ocuparme en una reseña ya encargada, así que... ¡País!
(Nota: La imagen está tomada de una página de la revista Cartón Piedra, del periódico ecuatoriano El Telégrafo.)
Por ejemplo (que me perdone GHB el vicio retórico, al que tan dado soy), me resulta del todo incomprensible que un puñado de colegas recomienden poemas de una autora a la que no teníamos noticia que hubieran prestado nunca atención y cuya poética se da de bruces con la suya. O, pongo por caso, que una editorial acreditada, en su intento por publicitar una novela que, ya se ve, no debió incluir en su prestigioso catálogo y menos aún premiar, ante la imposibilidad de reunir una serie de citas elogiosas sobre la misma, aparecidas en distintos medios informativos, lo usual en estos casos, porque nadie ha hablado bien de ella, escojan frases sueltas de unos cuantos (presuntos) lectores de variada edad y género y armen un ocurrente anuncio a toda página encabezado por esta frase tramposa: "Los lectores sois los que hacéis grande un libro". Y esto lo he visto, para más inri (al fin y al cabo era Semana Santa), en un suplemento de... crítica literaria. A esto se le llama intentar el descrédito de la crítica y no deja de ser una burla, mercado mediante. Sin llegar a tanto, gracioso me parece, cuando menos, que se tengan que encargar recensiones deprisa y corriendo pues el libro premiado por la crítica (un decir)... apenas si las había tenido hasta ese momento. Pero, en fin, esto es España y ya se ve que hay cosas que en este dichoso país no cambian.
Ah, del enfado de las "nuevas estrellas literarias", como las llama el muy entregado (a su causa) Ruiz Mantilla, hablamos si eso otro día. Del libro que ha motivado el cabreo (La lira de las musas, publicado en Páginas de Espuma por Martín Rodríguez-Gaona) debo ocuparme en una reseña ya encargada, así que... ¡País!
(Nota: La imagen está tomada de una página de la revista Cartón Piedra, del periódico ecuatoriano El Telégrafo.)