18.10.19

Alicia Alonso

Hoy estaría muy triste Santiago Castelo. Porque ha muerto la bailarina Alicia Alonso, de la que fue amigo. A quien admiró tanto. 
La conocimos en Cáceres, en el Gran Teatro. El año 2001. En la entrega de los extintos Premios Extremadura a la Creación. Compartimos, cosas de la vida, escenario. Había perdido la vista. Fue, a pesar de sus aires de diva (en su sentido más clásico y estricto), cariñosa y cercana. Incluso conversamos. 
Cuando me pidieron desde la Fundación Loewe un poema para el programa de mano del Teatro Real de Madrid que tuviera como asunto la danza o la música (temas muy alejados, a qué negarlo, de mis intereses), escribí "Con Alicia Alonso", dedicado a ella. "Bailarina", según el citado programa en que se daba cuenta de una representación, me explicó Clemente Lapuerta (que fue testigo), de Les Ballets de Monte-Carlo. Me parece oportuno rescatarlo del baúl del olvido en una fecha tan señalada. En memoria de la artista cubana y de la de mi viejo amigo habanero. 


CON ALICIA ALONSO

Aquella mujer ciega me miraba
desde un país donde la luz no existe.
Hablaba y al hacerlo se movía
como si sus palabras fueran música.
Las manos, al compás de su relato,
sugerían un cuerpo en plena danza.
Allí, en el escenario, sola, erguida,
en medio de las sombras donde oculta
cualquier misterio su pasión abstracta,
bailaba sin bailar como si hacerlo
fuera tan natural como estar quieta.
Venía de otro sitio, de muy lejos.
En su sensualidad vibraba el eco
de lo que es sublime y por eso humano;
de lo frío y a la vez de lo cálido;
de lo que es intuición y lo que es técnica.
Inmóvil y perdida, acaso frágil,
su apariencia engañaba: Alicia era
la misma bailarina que en La Habana,
Madrid, París, Moscú o Milán,
interpretara Carmen Giselle,
Cascanueces o La Bella Durmiente;
la misma que en cualquier lugar del mundo
un entendido asocia a la leyenda.
Donde ella puso el pie, el ballet vive.
Porque la danza es más que ritmo y forma:
es un alma librándose de un cuerpo.

Nota: La fotografía está tomada de Pinterest. Ella baila, claro, Giselle.