15.2.20

De varia (e incorrecta) lección

1. Para hacer creíble una ofensa, exiges del otro un mínimo de catadura moral.

2. ¿Por qué, se pregunta el ingenuo, gana habitualmente éste o aquél premio literario un autor de la casa editora que publica la obra galardonada? Con independencia de la calidad del libro, matizo.

3. No deja de ser curioso que la noticia fuera que ganaron el premio dos escritores. Una auténtica rareza en estos tiempos. Cosa distinta es con qué libros, comparados siquiera con otros de los mismos autores, o eso dice la crítica.

4. Por cierto, ¿cuánto tiempo habrá que esperar para ver que, como pasa con el deporte, en los premios literarios se instauran dos categorías: la masculina y la femenina?

5. Mi jefa de redacción favorita calificó aquí atrás de "puritanos" a los que no defendemos a los poetas y las poetas del momento, esto es, los "parapoetas" de Luis Alberto de Cuenca, los "juveniles" de Benjamín Prado o, en fin, los "pop tardoadolescentes" de Rodríguez Gaona. A quienes no valoramos como es debido a las sastres, los marwanes, las sesmas (otra vez en el ¡Hola! y hoy en LOC), los defreds... Nunca pensé que me identificaría con semejante calificativo. Vamos, que me daría por aludido al oír esa palabra en semejante contexto. Pero sí. Sea.

6. Tal vez aún peor que sus versos son sus entrevistas. En todo caso, les delatan. Muestran a las claras cómo son. Su rasante vuelo gallináceo.

7. Cuando se para a analizar fríamente la existencia de esos falsos prestigios que ostentan con orgullosa alevosía algunos poetos y poetas e intenta explicarse cómo hemos podido llegar a eso, cae en la cuenta, con la debida humildad, de que acaso fue uno de los que en algún momento contribuyó con alguna acción o cierto comentario a que eso sucediera. Por fútil o modesta que fuese la aportación. Me lo recuerda mi muy goyesco amigo Santiago: creamos monstruos. 

8. Los vetos ("impedir, estorbar o dificultar", dice de "vedar" el diccionario de la RAE) existen, por supuesto, y sólo cabe resignarse. Y sufrirlos en silencio. Por muy injustos y hasta caprichosos que parezcan. Son los libros quienes deberían hablar, pero no todos tenemos la suerte de ser "amigos" de los responsables de ese programa radiofónico o de ese suplemento cultural en el que se jactan sin empacho de los suyos.

9. Ahora que ha pasado el turbión, como diría mi compañero Jesús, se puede afirmar que no hay lista que no sea tonta. De libros, digo.

Nota: La ilustración es de una escultura de Peter Kiss.