9.5.22

El viaje a Las Hurdes del rey Alfonso XIII

Se cumplen cien años del viaje del rey Alfonso XIII a Las Hurdes. Fue en junio de 1922. Con ese motivo, el jueves visitará esa mítica comarca el actual monarca, Felipe VI, tras pasar por Plasencia (donde no estuvo en aquella ocasión su bisabuelo) para inaugurar una nueva entrega, la primera que se celebra en España fuera de Castilla y León, de Las Edades del Hombre: Transitus
Nada mejor para informarse acerca de aquel periplo real (trazado por el placentino Gregorio Manglano Dean), que tan importante fue para la rehabilitación de esas tierras olvidas, como tantas entonces (y no sólo de España), donde vivían seres humanos faltos de la debida dignidad, más allá de la inherente a su humana condición; nada mejor, decía, que leer el reportaje que, en cuatro partes ("De Madrid a Casar de Palomero", "De Casar a Nuñomoral", "De Nuñomoral a Casares de Las Hurdes" y "De Casares a La Alberca"), viene publicando en su periódico, el HOY de Extremadura, el periodista placentino Antonio J. Armero. Sólo podrán hacerlo, es cierto, los suscriptores del diario o quienes lo adquieran en el kiosco. Hoy se da la tercera entrega. 
Preciso que existen antiguas crónicas periodísticas de aquel recorrido. No en vano en la comitiva real iban periodistas. Del ABC, por ejemplo. También es ilustrativo el libro Viaje a Las Hurdes. El manuscrito inédito de Gregorio Marañón y las fotografías de la visita de Alfonso XIII (Madrid, El País/Aguilar, 1994).



Para colmo de bienes, el texto de Armero viene acompañado de numerosas fotografías del viaje (que contrastan con algunas actuales sobre esos mismo lugares). Quizás la más llamativa sea esa en la que aparece el rey al lado de Marañón (instigador principal de la gira) en el río de Los Ángeles. El primero está desnudo y el segundo mantiene sus calzoncillos largos puestos. El calor fue tan agobiante esos días que no pudieron por menos que refrescarse. Cuenta Armero que le pidió a Campúa hijo (quien acompañaba a su padre, Pepe Campúa, fotógrafo oficial de la expedición) que inmortalizara ese momento. «¡Ven Pajarito!, que vas a hacer una fotografía que no me ha hecho nunca tu padre», le dijo.
Por lo demás, siempre he creído que ese viaje tenía una película. O un buen documental, aunque es verdad que ya existe este, con material cedido por la Filmoteca Nacional, propiedad de Basilio Martín Patino:
 
  
Incluso Fermín Solís podría hacer con esa fascinante historia (cargada de significación política, antropológica y social, entre otras muchas cosas) algo parecido a lo que hizo en su maravillosa Buñuel en el laberinto de las tortugas.
Enhorabuena, en fin, a Armero. Lean y vean, merece la pena.