Reconozco que no había oído hablar de este hombre, y eso que, según Vila-Matas es "un genio de las letras mexicanas". No sé si de verdad lo es (la palabra me da repelús), pero a mí me ha encantado Epigramas, que publica por primera vez en España la gaditana y exquisita Firmamento. Reúne lo que el editor denomina "formas breves" y que a veces son aforismos o reflexiones o sentencias y otra no sé sabe muy bien qué. Pecios, al modo ferlosiano, por ejemplo.
Se añaden a la amplia muestra el delicioso "Ensayo sobre una estética de lo cursi" ("Lo cursi es un éxito que fracasa", "como la moneda falsa de la estética") y "Diálogo contra el éxito literario" ("El éxito es la muerte de la buena literatura, su inevitable degradación", "el peor enemigo de la elegancia"), dos títulos que harán salivar a cualquier letraherido.
Aunque el libro se publicó en 1927 (cinco años antes de que su autor decidiera quitarse la vida), su actualidad sorprende. Y qué lenguaje gastaba "el aforista desconocido", sobrenombre con el que se le conoce en ultramar. "En un plano verbal, todo es posible", escribió, y estas otras joyas: "Regalaba, generosamente, las ideas ajenas". "Que tus obras sean frutos maduros, no fábrica de hombres industriosos". "De los libros valen los escritos con sangre, los escritos con bilis y los escritos con luz". "El bien en los hombres es cosa de metafísica; en las mujeres es cosa de moral". Y acaso el mejor: "Gastó largos años para hacerse un estilo. Cuando lo tuvo, nada tuvo que decir con él".
"Me pregunto -con el autor de Suicidios ejemplares- qué caminos recorrerá Epigramas en este país. No puede hablarse de 'acontecimiento', porque ahora cualquier cosa lo es y porque, además, tal vez se trate de un sutil 'desacontecimiento'...".
Confieso que pensé en el cínico utilitarista Pedro Sánchez al leer el primero de estos dos que copio. El segundo puede que nos afecte a todos, o casi.
—Busca en tu acción el fin.
—¿Y si surge una idea pura en mi camino? ¿Y si
una teoría inútil llama a mi puerta?
—Aplástalas y atranca ciegamente tu morada.
EL MAL LECTOR
Leía sin propósito, con la actitud humana normal para los conceptos y para las imágenes, sin comprender completamente los primeros ni dejar de comprender enteramente las segundas. Entendía mal. Entendía a veces. Desentendía casi siempre. Era un lector común.