Parece que fue ayer cuando Gonzalo Hidalgo Bayal y yo presentamos en el Verdugo a José Manuel Caballero Bonald, primer invitado al Aula Literaria "José Antonio Gabriel y Galán" de Plasencia (elegido por su vinculación con el poeta placentino prematuramente desaparecido), en presencia de la viuda de éste, Cecilia Alarcón, y de la mujer del poeta jerezano, Pepa Ramis.
La de Antonio Gómez hará el número 100 de esas lecturas, organizadas, desde hace muchos años, por Juan Ramón Santos y Nicanor Gil.
Si le parece a uno mentira lo que comento, qué decir de mi relación de amistad, basada -como todas las auténticas- en la admiración, con Gómez, al que conocí personalmente en la Mérida de los primerísimos años ochenta, por más que le hubiera visto de lejos, como a tantos de los que luego fueron amigos y compañeros de generación, en el primer Congreso de Escritores Extremeños celebrado en la Sala Clavellinas de Cáceres. Las Cajas de Ahorro (de Plasencia y de Cáceres, entonces aún separadas), siempre al quite.
Caí en la cuenta en Alcántara, donde nos vimos la última vez: Antonio no es extremeño. Y me sorprendí al recordarlo. En un libro inminente (de la Editora), donde reúno reseñas de libros de poesía de los últimos veinte años, aclaro que entre ellos hay algunos autores no nacidos aquí, pero vinculados a esta tierra, y cito a dos: Andrés Trapiello y Carlos Medrano. Ni por un momento se me pasó por la cabeza el nombre del conquense. Por extremeño lo tengo y no por un paisano cualquiera. Pocos han leído a esta región y sus particularidades y sus esencias (con perdón) y sus formas de ser (generalizo, claro) como él. De ahí que se me pasara ese detalle. De donde se nace o de donde se pace, esa es, me temo, la cuestión.
En la Editora, dónde si no, en su cuadragésimo aniversario, acaba de aparecer, con desenfadado prólogo del ínclito Elías Moro (otro que tal baila, al que tampoco tengo por foráneo), El corazón y la memoria (Poesía discursiva reunida), esto es, la parte de su obra (escrita entre 1999 y 2022, cuando fecha Resistir es el remedio, inédito hasta ahora) que no obedece a lo experimental o visual, rama poética, un género en sí mismo, de la que fue pionero y ha sido y es máximo representante, y no sólo de la sección extremeña, ni de la nacional, que su obra ha traspasado fronteras. Ahí, su faceta visual, la de los objetos, la sonora, el mail-art, etc., como señala Moro (su presentador esta noche), que precisa: "Pero es su labor en solitario, callada, constante y eficaz, de un enorme calado poético y conciencia crítica, la que más me interesa resaltar". Destaca, además, su parquedad, su ausencia de lírica, su tono sentencioso o aforístico, su lenguaje "humilde"...
En ese mismo catálogo que acabamos de citar, por cierto, tiene el lector curioso o interesado Apenas sin palabras, una antología "de más de cien piezas y casi una veintena de sus acciones o performances" que editó y prologó Miguel Ángel Lama. La versión experimental de su poética.
Hombre de pocas palabras y mirada profunda, será un placer oírle leer en su propia voz poemas "discursivos". Sé que los defiende, digamos, tanto como a los otros, y que espera, en fin, "justicia" para ellos, como Elías y otros seguidores de este ejemplar ciudadano del mundo.