8.9.17

Pobre cultura

"Desde que las universidades funcionan como empresas y las administraciones explican el resultado de sus programaciones sólo con números, las calculadoras han sustituido a las ideas en el ámbito de la cultura. No sé si sería capaz de explicarle a políticos que sólo leen dosieres de partido de qué estamos hablando. Y no sé dónde podría hacerlo, porque salvo contadísimas excepciones, jamás los veo en actos literarios, teatros o salas de exposiciones. Jamás". Esto dice el gaditano Alejandro Luque, acreditado periodista cultural y escritor, en una entrevista que publicó aquí atrás Diario de Sevilla con motivo de la publicación de su libro Raíces y puntas. Llegué a ella tras leer un artículo de Alberto González Troyano que tampoco tiene desperdicio: "La gran ausente", un texto que me recomendó Miguel Ángel Lama. Sí, Troyano se refiere a la cultura. Allí leemos: "para esos políticos que piensan que la cultura no pasa de ser un adorno o una industria que debe ser rentable, conviene recordarles el reciente ejemplo francés, en el que presidente y primer ministro tienen una buena serie de libros publicados en su haber, sin olvidar que su ministra de Cultura era directora de una prestigiosa editorial. En algo han contribuido estos "adornos" a la buena expectación causada por estos personajes, tan librescos, entre sus votantes". Y: "Por desgracia, por estas tierras existen pocas fundaciones, instituciones y mecenazgos de índole privada, por ello cualquier iniciativa de cierta envergadura depende de la Junta, que contempla con recelo propuestas que den un cierto vuelo a la sociedad civil". Esto último me suena, aunque no viva uno en Andalucía.