18.7.20

Elogio de la cerveza

Según costumbre, la colección de poesía de la editorial Visor celebra la conquista de otra centuria con una antología. Así, el número 1100 de su acreditado catálogo poético lleva por título La cerveza, los bares, la poesía y es, cómo no, un florilegio a cargo del director de la casa, Jesús García Sánchez, más conocido en los medios literarios como Chus Visor. Ya sabemos lo que hizo durante el confinamiento. 
El prólogo, firmado también por él, es un extenso y minucioso ensayo sobre el asunto a tratar, esto es, la cerveza, las tabernas, los bares y cafés... De la poesía se habla menos. Quiero decir que la introducción se centra más en lo histórico que en lo literario, por más que se aborden asuntos relacionados con la poesía. Historia y antología empiezan en el mismo punto, con el Poema de Gilgamesh, donde encontramos la primera mención acerca de la cerveza. Una bebida que usaron los egipcios y los incas y que estuvo presente, además de en Babilonia, en la China antigua, en la Grecia clásica (cita a Herodoto y Plinio), en las sagas escandinavas (en el Kalevala), en el Imperio Romano (mencionada por médicos como Hipócrates o Galeno –y antes por el griego Dioscórides– o por el orador Tácito). La primera mención en España se debe al Obispo Paulo Osorio, al describir el cerco de Numancia. 
Por seguir el orden cronológico (el utilizado en la compilación), llegaríamos a Shakespeare (“Daría toda mi fama por una jarra de cerveza”) y la gran tradición bebedora británica y al Renacimiento (que es cuando se generaliza su uso en todas las clases sociales). Y a su relación con la Iglesia y los monasterios (a los monjes concedió Carlomagno el monopolio de su fabricación). Alude a Lutero (que se casó con una maestra cervecera) y a Carlos V (que se trajo a Yuste a los suyos) y Felipe II y a cómo los médicos de la época se opusieron a su consumo (saludable para sus antecesores, como los citados más arriba), porque "no está en costumbre" (que era del vino). Fue monopolio del Estado desde 1701 hasta 1833. Se inventa luego la máquina de vapor y se industrializa. Y ahí, Louis Pasteur y sus Estudios sobre la cerveza.
Recuerda el editor a los ilustrados (a Jovellanos, por ejemplo). Y a Larra, a Galdós (y La Fontana de Oro), Pla, Gómez de la Serna... El malditismo y la bohemia (de los nuestros del 900: Carrere, Buscarini, Gálvez, Fortún, Bacarisse...). Y Dickens, Sterne, Diderot, Voltaire...Y no olvida el "carácter democrático" de bares, botillerías o cervecerías que nacen en Gran Bretaña y se extienden por los Estados Unidos de América (piensen en el wéstern). Y no faltan en el estudio los nombres de Valle Inclán, Rubén Darío (un consumado bebedor, como tantos escritores), Pessoa, Camus, Dylan ThomasCamba, Ruano, Sándor Márai, Ribeyro, Bacon, Mann, Magris (el de Microcosmos), Kraus, Lévinas... Ni gente que escribe en los bares, como Hierro, Aira, Modiano... 
Los  poetas del 50 conformaron una generación etílica, baste evocar a Benet, Ángel González, Caballero Bonald, Gil de Biedma, Barral, José Agustín Goytisolo, Gabriel Ferrater o Claudio Rodríguez. Tan adictos al alcohol como lo fueron Li Po, Jayyam, Catulo, Sócrates, Ovidio, Lope, Góngora, Quevedo, Baudelaire, Rimbaud, Dostoyevski, los Beat (Ginsberg, Kerouac), Lowry, Bishop, Lowell, Faulkner, Auden, Rulfo, Hamsun (que recogió el Nobel borracho), etc. Hasta Menéndez Pelayo fue un bebedor insaciable. Sí, hubiera sido más fácil antologar a los poetas sobrios, que tan mala fama han gastado. (Alguno, como Manuel Vilas, habría estado, eso sí, en las dos.) 
Se cierra el prólogo con el "Decálogo del Gran Bebedor", obra del colombiano Álvaro Mutis.
La antología (que, por cierto, recoge textos en prosa y a traductores diversos) en sí es muy amplia (el libro tiene 400 páginas). Ya se dijo que empezaba con un fragmento de Poema del Gilgamesh. Continúa, pongo por caso, con la Antología Palatina, Carmina Burana, Ovidio, Villon, Shakespeare, Franklin, el Kalevala, Verlaine, Stevenson, Cavafis, los hermanos Machado, Eliot, Morand, Pessoa, Chesterton, Jünger, Ajmátova, Sucre, Noel, Cunqueiro, Gómez de la Serna (Pombo), los del 27 (Lorca, Diego, Alberti), Fitzgerald, Neruda, Pavese, Lezama, Celaya, Rojas, Bernier, Benedetti, Celan, Cardenal, los del 50 (ya citados antes), el "tigre" Lizalde, Gelman, Becerra, Montejo, Olds, Cisneros, Parra, Nordbrandt (un poeta que le gustaba mucho a Julián Rodríguez, traducido aquí por Paco Uriz), Roca, L. A. de Cuenca, Juan Luis Panero (hijo de otro santo bebedor), los donostiarras Aramburu e Iribarren, Benítez Reyes, Marzal y Prado (en su versión más "experiencial"), Vilas, Lucas... Cierra la muestra un poeta costarricense del 86, Juan Carlos Olivas. 
No faltan cantantes y canciones, como "Tatuaje", de Rafael de León, y "19 días y 500 noches", de Joaquín Sabina. 
Hay pocas mujeres (y no quiero entrar en polémicas y menos tratándose de Chus Visor, que ya protagonizó una bien sonada a este propósito), pero poemas como "Los posibles caprichos", de la ecuatoriana Ileana Espinel Cedeño, valen por mil. O el de la única extremeña del elenco: Isla Correyero. Además, está representada la mismísima Marilyn Monroe y no falta, como en cualquier florilegio del momento, Raquel Lanseros. 
¿Qué destacaría de entre lo mucho y bueno seleccionado? "Elogio de la cerveza", de John Taylor; el poema irlandés "El avetoro amarillo"; "Una calle de Córdoba", de Mutis; "Mujer ebria" de E. Bishop; "Cerveza", de Bukowski; el poema de Kingsley Amis; "Cuando todos se vayan", del chileno Teillier; "A mi hija", un poema de Carver (un imprescindible) que pone los pelos de punta; el inédito "Stomeo's Bar", del caleño Jotamario Arbeláez; "Elogio de la embriaguez", del novísimo (hay más en la antología) José María Álvarez (otro clásico del género); "El primer trago de cerveza", de Philippe Delerm; y "En honor a Malcom Lowry", del venezolano Igor Barreto. Casi todo merece la pena, no obstante. Ah, y bien poco se echa en falta, lo que habla a favor de Jesús García Sánchez.
Dejo para el final un par de curiosidades. Éste se incluye a sí mismo en el libro. Con un emotivo texto en (buena) prosa que se publicó hace años en la revista Cuadernos Hispanoamericanos titulado “La Kon Tiki”, el local donde recalaba, a la vuelta de Albuquerque, el poeta asturiano Ángel González (y también el autor de esta suerte de fragmento de memorias), al que retrata. Y ya que de amistad hablamos, ha elegido el soneto “Chus Visor” para la colaboración de Luis García Montero. El círculo se cierra. 
¿Puede haber una lectura de verano más adecuada que esta? ¡Salud!
 
La cerveza, los bares, la poesía. Antología
Jesús García Sánchez 
Visor, Madrid, 2020. 400 páginas. 16,00 €

Nota: Esta reseña se ha publicado en la revista digital asturiana El Cuaderno