10.10.20

José Manuel Benítez Ariza lee "Porque olvido"


No siempre es fácil distinguir un diario de lo que no lo es, y más en estos tiempos en los que tanto se prodigan, por la variedad de formatos y espacios de difusión disponibles, las colecciones de apuntes misceláneos de escritor, que no necesariamente conforman un diario propiamente dicho.
De ahí que lo primero que cabe destacar de Porque olvido (Diario 2005-2009) sea que efectivamente responde a lo que anuncia –y ello, a pesar de que se trata de una selección de entradas de un blog en el que también se publican reseñas y otros escritos más o menos circunstanciales–. En efecto, el poeta y crítico literario Álvaro Valverde (Plasencia, 1959) logra, al entresacar de este blog las entradas más personales, las vinculadas a su vida familiar, a su trabajo como maestro de enseñanza primaria y a sus relaciones sociales y compromisos literarios, que este conjunto en principio no muy nutrido de anotaciones –apenas unas veinticinco páginas por año– se articule en torno a los elementos básicos que certifican la existencia de un empeño de escritura diarística: un relato autobiográfico hecho de recurrencias reconocibles, un logrado equilibrio entre narración y reflexión y una especie de pacto de confidencialidad dirigido al lector, incluso cuando éste sabe que el diario en cuestión se difunde por un medio público.
Y el caso es que Álvaro Valverde se presenta en su diario fundamentalmente como un hombre público. Como tal, se refiere a las importantes responsabilidades como gestor cultural que en su día asumió en su región, Extremadura, y de las que luego sería apartado por razones espurias. Y es también esa dimensión pública la que lo lleva con frecuencia a presentarse como ciudadano activamente interesado en los asuntos del día, no sólo culturales, e incluso a asumir una cierta posición de cronista del “resurgimiento cultural” que, en su fundada opinión, ha conocido su tierra, así como del empeño de su generación por lograr la “modernización literaria” de la región. “Quise ir de lo local a lo universal”, refiere en algún momento. Y no cabe duda de que su atención a la noticia menuda, su serena pero firme indignación ante ciertos desafueros locales –como los hay en todas partes– y su permanente reivindicación de lo que podríamos denominar la cantera literaria extremeña, de la que él mismo ha surgido, dan fe de que el poeta reconocido y premiado a nivel nacional que es Valverde se siente cómodo en su entorno literario inmediato y no desaprovecha ocasión de reivindicarlo. Dan cuenta de ello, por ejemplo, las numerosas semblanzas personales que  enriquecen este diario, muchas de ellas dedicadas a amigos que fallecieron en el espacio cronológico al que éste se circunscribe: el poeta y traductor Ángel Campos Pámpano, el también poeta y animador cultural Santiago Castelo o el editor Julián Rodríguez, entre otros.
Pero esta dimensión “pública” del diarista apenas lograría integrarse en un discurso de pretensiones confidenciales si no viniera respaldada por un retrato íntimo creíble. Resulta significativo, por ejemplo, que el activista del fomento de la lectura –Valverde lo ha sido y lo es– confiese haberse criado en un hogar humilde y con pocos libros; como lo es que quien reconoce un fondo de timidez en su activa vida social y literaria se corresponda con un paseante solitario y contemplativo y un hombre celoso de su intimidad, aunque no por ello escatime, desde una cierta discreción, unos pocos datos reveladores sobre su vida familiar, su entorno laboral, alguna que otra incidencia doméstica, etcétera. Igualmente, el retrato moral que Valverde ofrece de sí mismo no escatima al lector sus ocasionales desacuerdos con el entorno social y político en el que se desenvuelve –y al que debe algún que otro disgusto–, así como el eco amortiguado de viejas pero en su día sonadas batallas literarias en las que el hoy poeta ecléctico y crítico de amplísimas miras participó con ánimo militante.
Tal es el mérito de este diario: entresacar de una consolidada “bitácora”, muy ceñida a la crítica e información literaria en general, un convincente diario íntimo y poner en valor al personaje autobiográfico que lo sustenta, con sus idiosincrasias y contradicciones. Más o menos como todo el mundo.

Publicado en caoCultura