23.12.20

Unas cuantas revistas


Parece que no, pero sí, las revistas literarias en papel siguen gozando de buena salud y uno se alegra de poder tenerlas en las manos; de verlas, tocarlas y olerlas como si de un libro se tratara. Son varias las que han llegado en estas últimas semanas, las que abrochan este penoso año que será difícil de olvidar. 
La extremeña SUROESTE (voy a escribir sus nombres con mayúsculas) llega a su número 10, aunque parezca mentira. Sé bien que estas empresas son complicadas y más si dependen de subvenciones oficiales, no digamos en Extremadura, que en política cultural hace mucho que dejó de ser lo que fue. Cómo olvidar a Antonio Franco, el que fuera director del MEIAC, uno de sus impulsores, que logró vincularla a la Fundación Ortega Muñoz con la complicidad manifiesta de Clemente Lapuerta, otro puntal de ese edificio literario que gobierna con mano segura Antonio Sáez Delgado, su director. Heredera, siquiera en parte de su espíritu, de Espacio/Espaço escrito (pudo seguir viva y llamándose así de nos ser por la hosca negativa de alguno), Sáez, profesor de la Universidad de Évora, traductor, estudioso y lusista ejemplar, le garantiza su esencia portuguesa. Tampoco es cosa de ignorar que la Editora Regional está en el empeño también, otra pata de este sólido, sobrio banco rayano. El número 10, ya digo, celebra esa primera década y conmemora el inesperado fallecimiento del citado Antonio Franco, al que homenajean un puñado de amigos (Martín Carrasco Pedrero, Nilo Casares, Remigio Cordero, Perfecto E. Cuadrado, Miguel Fernández-Cid, Javier Fernández de Molina, Nuria Flores Redondo, Claudia Giannetti, José Jiménez, Clemente Lapueta, Leona, Iván Marino, Salvato Teles de Menezes, César Antonio Molina, Mon Montoya, Miguel Murillo Gómez, Ángela Pérez Castañera, António Cerveira Pinto, Isidoro Reguera, Gustavo Romano, Manuel Rosa, Antonio Sáez Delgado, Ángela Sánchez y uno mismo) en una bonita separata que tiene en la cubierta un retrato del historiador del arte español, comisario de exposiciones, crítico y fundador del Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo. Para eso se ha compuesto un volumen de 235 páginas sobre la "poesía actual". Como es norma en esta revista denominada de "literaturas ibéricas", nos referimos a la poesía actual en español, portugués, vasco, gallego, catalán, asturiano y aragonés. De todas y cada una hay un estudio introductorio y una muestra, en función, como es lógico, del número de hablantes (en este caso, escribientes) de cada una de ellas. Importantes son todas, sin duda, pero no todas son usadas por igual, sobre todo en lo escrito. Por eso la antología más amplia es la de poesía en castellano. De esa selección se ha cuidado con solvencia Antonio Rivero Machina, que ha elegido a 12 poetas. Cabe decir de ésta, como de todas, que su criterio manda y que, en consecuencia, unos echarán en falta algún nombre y a otros alguno les sobrará. Normal. Para no extenderme demasiado, citaré a los respectivos presentadores y el número de poetas elegidos: Pedro Serra (portugués, 7), Montse Pena Presas (gallego, 5), Martín López-Vega (asturiano, 3), Jon Kortazar (vasco, 5), Chusé Raúl Osón (aragonés, 3) y Adrià Targa (catalán, 10). Como se ve, estamos ante críticos de reconocido prestigio, como suele decirse, por lo que las diferentes nóminas tienen garantizada su calidad. No cabe duda, en fin, que estamos ante un documento fundamental para conocer el panorama lírico ibérico. Y al módico precio de 12 euros. Sin obviar que está editado con sobriedad y elegancia, con el sello inconfundible que nos legó el añorado Luis Costillo, que hasta su muerte se ocupó del diseño. 
Impresiona, como suele, la nueva entrega, número 136, de la aragonesa TURIA. El cartapacio, seguimos en territorio ibérico, está dedicado a Lídia Jorge. Lo coordina Enrique Andrés Ruiz y, por consiguiente, es un esplendido dosier. No falta en él la colaboración del recién nombrado Antonio Sáez y es su hermano Luis, a la sazón director de la Editora Regional de Extremadura, quien la entrevista. En el índice puede comprobar cualquiera quiénes escriben sobre la obra de la narradora portuguesa, último premio FIL de Literatura en Lenguas Romances. Por cierto, digo narradora, pero sus poemas, traducidos por EAR, me han parecido estupendos, dignos de ser trasladados al español. Su único libro de poemas, publicado en 2019, es Livro das Tréguas y tiene sólo 104 páginas.
Además, lo habitual: ensayos, inéditos en prosa y verso, entrevistas, los diarios del director, Raúl C. Maícas (que van a más)... En lo personal, me siento muy honrado por la doble aparición en escena: con un texto extenso sobre la poesía de Antonio Gamoneda (que abre el volumen de casi 500 páginas) y una reseña firmada por José Luis Melero sobre Porque olvido. Un lujo. 
Y hablando de lujos, qué decir de la veterana y malagueña LITORAL, que dirige Lorenzo Saval con la ayuda de María José Amado, adjunta a la dirección, y Antonio Lafarque, editor de contenidos. Qué explosión de arte y poesía por sus cuatro costados y qué bien elegidos. El monográfico, de casi 400 páginas, lleva por título Mundo sensible y tiene diversos apartados, que a su vez se subdividen en otros; a saber: "Cosmogénesis", "La Tierra", "Los cuatro elementos", "La vida", "Mundo humano", "Mundo urbano", "Land Art", "Mundo vegetal", "La naturaleza", "Las cuatro estaciones", "Ecología", "Pacifismo", "Mundo mineral", "Mundo amenazado", "Mundo exterior", "Utopías", "El futuro" y "Humor enmascarado". Imagínese el lector lo que puede encontrar ahí entre poemas, dibujos, cuadros, fotografías, etc. El índice de ilustradores ocupa dos páginas. El de escritores... Hasta de uno hay un breve poema ("Aguas"), en la página 38, al lado de otro, más breve aún, de José María Micó ("Agua"), junto a una cita de  la murciana Dionisia García y bajo una sugerente obra del neoyorkino Bill Viola (el “Rembrandt del videoarte”, según dicen): "Disolución, 2005".
El poema, algo abstracto, de mi plaquette Lugar del elogio, del remoto 87, dice: El agua retorna a lo evidente. / Es su dominio inmóvil. // Nada transgrede su volumen, nada / su ser transforma. // Una piedra dibuja : la espiral nombra. / Flota un cuerpo y el río desaparece.
CUADERNOS HISPANOAMERICANOS envejece estupendamente. En su número 846 hay, por lo menos un par de asuntos más que interesantes; así, un amplio dosier dedicado al escritor mexicano nacido en Florencia Alejandro  Rossi, autor de uno de los libros más geniales de nuestra lengua: Manual del distraído, y una entrevista de J. Á. Juristo a Fernando Castillo, otro conspicuo personaje de nuestras letras, un raro e inclasificable historiador que escribe. Entre otras obras (no pocas en la editorial Fórcola) Un cierto Tánger. Sólo por eso...
Cierro este bonito escaparate revisteril con SIBILA, que alcanza su número 62. "Es pertinente hablar de la tristeza", dice Piedad Bonnett en uno de los poemas con los que se abre esta espléndida entrega que ilustra a todo color Alberto Corazón. La música la pone esta vez Félix Ibarrondo ("Barne Hegoak"). Más allá, versos de, entre otros, José Luis Rivas, los novísimos Luis Alberto de Cuenca, José María Álvarez, Alejandro Duque Amusco y Marcos-Ricardo Barnatán, Gina Saraceni, Martín López-Vega o Susana Benet. También se puede leer un cuento precioso de Fabio Morábito, una obrita de teatro de Antonio Garrigues Walker o un ensayo de Óscar Hahn donde se pregunta si Rubén Darío fue un precursor de Nabokov. Menuda fiesta.