30.7.21

Un poema


LEYENDO A XAVIER SEOANE

                       
                                               Todo es palabra
                                                              X. S.
 
1
 
Después de esta pandemia, del dolor
que ha causado en cada uno de nosotros,
de la angustia, el encierro y el silencio,
¿cómo cantan aún los mirlos en las ramas?
 
2
 
¿Dónde quedó el verano suspendido
en las remotas aguas de la infancia?
 
¿Dónde la juventud de nuestros padres,
antes de que llegáramos sus hijos?
 
¿Dónde estoy yo, en plena adolescencia,
en el funicular de Sant Jeroni?
 
¿Pero qué fue, qué fue de aquella edad?
 
3
 
Dice:
No hay razón para la esperanza.
La vida está perdida de antemano.
Y, sin embargo, todo aquello
que lleva al papel y justifica
su mirada ante el mundo,
donde cabe al completo el pensamiento,
la memoria transcrita en las palabras,
da fe de que eso es falso.
 
4
 
Rememora los viejos trasatlánticos
cuando arriban en el fondo del puerto,
con la eterna promesa de un viaje
sin destino posible y sin retorno.
 
Qué no daría –escribe–
por beber una taza de buen vino
en oscuras tabernas de puertos olvidados,
escuchando, entre el humo de las conversaciones,
las historias de los rudos marineros
de mi patria.
 
Salir a navegar le está vedado
a cualquier natural de tierra adentro.
No a soñar con el mar y con los barcos,
con la huida y, por fin, con el naufragio.
 
5
 
Me preguntas qué pienso de la patria.
Aunque no la ame, como Pacheco,
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
fortalezas,
una ciudad deshecha,
gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
y tres o cuatro ríos.
Y como Espriu,
cansado estoy de mi
cobarde, vieja, tan salvaje tierra,
y cómo me gustaría alejarme de ella,
hacia el norte,
donde dicen que la gente es limpia
y noble, culta, rica, libre,
despierta y feliz.
Pero no,
nunca habré de seguir mi sueño
y me quedaré aquí hasta la muerte.
Pues también soy muy cobarde y salvaje
y quiero además con un
desesperado dolor
a esta mi pobre,
sucia, triste, desdichada patria.
Acaso la respuesta esté en tus versos:
Quizás la patria es solo ese cielo indefinido
pasando misterioso sobre el mar que atardece.
 
6
 
Tal vez todo el conflicto,
la solución final a tus problemas,
se resuelva en apenas una frase:
Pronuncia la palabra. Mira la claridad.
 
7
 
Soy un hombre
que pasea solitario entre la gente
con el paso veloz de los nerviosos.
Que prefiere la luz de la penumbra
a la blanca del ciego mediodía.
Que, aunque conversa,
defiende sus silencios.
Que le teme a la noche.
Que venera las montañas y ríos.
Y a los árboles y también a los pájaros
pese a no distinguir a ese que canta.
Que celebra vivir en su ciudad.
El que ama a una mujer
y tiene hijos.
El que ahora descansa
tras haber trabajado.

Ocupo humildemente mi lugar.

NOTA: Este poema, una lectura de la poesía del poeta gallego Xavier Seoane, se ha publicado en el número 64 de la revista SIBILA.