Encima de la mesa (alta) donde voy colocando los libros que llegan, esperaban desde hace meses su turno de lectura dos delgados volúmenes de Antonio Praena. Otros que han llegado después ya han sido leídos. ¿Entonces? Aguardaba el momento propicio. Como no eran novedades, primero los dejé para el verano. Luego... No había prisa. Tenía, ya digo, la intuición (y eso que nunca los abrí ni leí solapas ni contracubiertas) de que merecían ese aplazamiento. Por fin, sin más demoras, los traje la semana pasada hasta la mesa (baja) donde está el montoncito de los libros que estoy leyendo. Empecé por Actos de amor y seguí con Yo he querido ser grúa muchas veces. Leí los dos de un tirón. El primero ganó el premio "José Hierro" en 2011 y está publicado por el Departamento de Publicaciones de la Universidad Popular del Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes. El segundo se alzó con el Premio Tiflos (de la ONCE) en 2013 y lo editó Visor.
Sabemos que Praena nació en Purullena, Granada, en 1973, que es fraile dominico y que trabaja en la Facultad de Teología "San Vicente Ferrer" de Valencia. Supongo que pasó por Salamanca. Uno de sus libros está en el catálogo de Amarú (de la librería Víctor Jara) y hay un poema dedicado al salmantino Juan Antonio González Iglesias, con quien su poética está emparentada en más de un sentido, o eso me parece. Lo digo como elogio. ¿O hay un guiño cómplice, pongo por caso, en la elección del motivo de la cubierta de Yo he querido...? Así, los dos son poetas clásicos y cultos, aunque sus versos sean frescos, osados y modernos. Y plenos de emoción, añado. Hasta ahí, digamos, las coincidencias. Al cabo, sus mundos son particulares y cada voz, propia.
Antonio Praena es un excelente poeta. No me duelen prendas afirmarlo. Alto y claro. La lectura de sus poemas me ha sorprendido. Y mucho. No, no voy a proclamar que estamos ante un nuevo genio ni ante el Marc Márquez de la poesía ni me apetece descubrir de nuevo la pólvora, lírica o no. Basta con leer el breve texto que le dedica -a él y a su poesía- Vicente Gallego en la última de sus obras publicada para darse cuenta de que otros lectores ya sabían que estábamos ante un poeta de fuste. Qué certeras y de verdad, por cierto, esas palabras.
Al buen oído de Praena, que consigue transmitir a través de un ritmo envolvente e impecable, hay que sumar la armoniosa composición de sus versos, que aúnan sentimiento y pensamiento con la serenidad y la pasión debidas.
Por lo demás, ¿qué puedo añadir? "No es cosa de entender", dice Praena en un verso. Exactamente eso piensa uno de su poesía. Basta con leer. Por esta vez, prefiero que el silencio hable por mí. Si tienen ocasión, no se la pierdan.
Al buen oído de Praena, que consigue transmitir a través de un ritmo envolvente e impecable, hay que sumar la armoniosa composición de sus versos, que aúnan sentimiento y pensamiento con la serenidad y la pasión debidas.
Por lo demás, ¿qué puedo añadir? "No es cosa de entender", dice Praena en un verso. Exactamente eso piensa uno de su poesía. Basta con leer. Por esta vez, prefiero que el silencio hable por mí. Si tienen ocasión, no se la pierdan.